El regreso de Marta a su pueblo de origen crea el conflicto dramático. De ella se enamora Juan Antonio, quien en un principio cortejaba a Rebeca, su hermana. Ambas representan, a su vez, dos polos planteados por la obra: la ciudad (lo artificial) y la provincia (lo auténtico). Marta se debate entre la lealtad a su hermana y los verdaderos sentimientos que de pronto surgen durante un veraneo en su pueblo natal.